sábado, 24 de septiembre de 2011

Realidades

Tan diferentes que resultan incomprensibles

Naufragan sus sueños de esperanza, mientras ellos son rescatados por Salvamento Marítimo. De camino al puerto ya saben que tarde o temprano los devolverán a sus países. Y de nuevo, muchos repetirán su odisea hasta la 'tierra prometida'. [Probablemente con el mismo resultado].

Todavía no me acostumbro a la llegada de las pateras. En mis esquemas no cabe la posibilidad de perder la vida en una barca destartalada en mitad del mar. Pero tampoco sé nada de la necesidad. Ni de esa desesperación que los empuja a buscar suerte en la otra orilla como única solución posible.

Yo sólo veo rostros cansados a los que nunca ponemos nombre. Subsaharianos que, en francés, cuentan a los voluntarios de Cruz Roja cómo se encuentran, qué les duele o cómo fue la travesía. Y es que, además del que les proporciona la manta, ellos también les dan calor. Calor humano que se desprende de la delicadeza con la que cogen a una pequeña de dos años, de las manos que empujan una silla de ruedas o de las voces que les preguntan la talla del calzado.

Y aunque la historia parece terminar al mismo tiempo que el desembarco, no, no acaba ahí. Después de una estancia máxima de cuarenta días en cualquiera de los centros de acogida, vuelven a la realidad que pretendían dejar atrás. Alguien debería decirles que no hay patera que escape a los radares, que no hay embarcación que no sea interceptada. Alguien debería gritarles que es un riesgo inútil. Pero ni a voces pondrían desanimarles, convencerles de que lo que les espera dista mucho de lo que desean encontrar, porque no tienen nada que perder (¡excepto la vida!).

Sólo han pasado tres días desde la última patera, pero en el puerto de Motril hoy duermen otros cincuenta y cinco recién llegados.

viernes, 23 de septiembre de 2011

¡Se acabó!

Último día de otro verano que pasa casi sin darme cuenta.

Un ritmo de trabajo que me gusta porque agota, porque te obliga a dar el 150%, porque exige capacidad de reacción... Porque te permite llegar a casa cansada pero satisfecha, sabiendo que el día siguiente no tendrá nada que ver con lo que ha sido el anterior.

Muchas horas extra, muchos kilómetros y mucho estrés. Y es que, cuando parece que la mañana está tranquila y por un día vas a irte a comer a casa con tus amigas que, por cierto, están a punto de llegar, avisan de que un hombre se ha ahogado en Salobreña. Y hay que preparar el equipo, salir corriendo y a ellas dejarles las llaves de un piso que no han pisado nunca y decirles por teléfono dónde está todo. Hasta la noche.

Las preocupaciones laborales hacen que te olvides de las tuyas propias, de que tienes que devolver llamadas, arreglar alguna discusión, llenar un frigorífico vacío o incluso de tu cumpleaños...

Otro verano que, estando tan cerca, veo la playa sólo de pasada. Poquitos días de descanso, los suficientes... pero suficientes para echar de menos el sol, la arena y el sonido de las olas. Así que ¿cómo queréis que esté negra? Lo mío es moreno-curro. [Y no me quejo por todos los que lucen un tono biblioteca].

Después de este agosto de calor, lo más parecido a vacaciones ha sido medio fin de semana de chungo, una escapadilla a Madrid y unos cuantos días para preparar un examen que finalmente he suspendido... Pero ahora empieza un otoño cargado de proyectos. Un inicio de curso que esta vez comienza con ganas de sacarlo adelante y de buenos própositos que, seguro, serán algo más que eso. ¡Vamos, vamos!

A estas horas no suena nada más que el camión de la basura y el reloj, si pudiera, me mandaría a la cama a gritos, ¡que mañana madrugo!

lunes, 19 de septiembre de 2011

Si aún dices 'venga'...

... yo digo 'vale'

Culpo a mi casi inexistente fuerza de voluntad. Y a las ganas. Y a lo que te echaba de menos. Y los culpo porque paso de asumir mi parte de responsabilidad. Me niego. A veces hay que improvisar, retrasar un viaje, encender una luna y olvidarse de lo demás. Y no me arrepiento porque, por unas horas, todo fue como cuando era bonito.

No sé si esto cambiará las cosas...

Suena 'Llévame al baile' - Pereza y sigo creyendo que ya no hay tiempo para ese último baile contigo

viernes, 9 de septiembre de 2011

¡Sorpresa!

Esto vuelve a estar vivo

Recupera el latido un blog que llevaba más de tres años en standby. ¡Tres años! Y todo ha cambiado tanto que no sé por dónde empezar. ¡Han pasado tres años! [Sigo sin creerlo] Así que sólo diré que recupero un espacio que formó parte de una vida que, en algunos momentos, echo de menos. Cuando mi única preocupación era disfrutar de Madrid y de la vida universitaria, fuera y dentro de las aulas... Ahora, más de tres años y quinientos kilómetros me separan de todo aquello.

Pero más vale tarde que nunca, dicen. Así que aquí estoy con blog y ganas renovados en un enésimo, pero definitivo, intento por mantenerlo vivo.

Está sonando 'Runaway' - Gentleman y me doy cuenta de que es un lujo escribir desde el Mirador de San Nicolás [aunque el portátil me destroce el hombro durante el camino].