viernes, 23 de septiembre de 2011

¡Se acabó!

Último día de otro verano que pasa casi sin darme cuenta.

Un ritmo de trabajo que me gusta porque agota, porque te obliga a dar el 150%, porque exige capacidad de reacción... Porque te permite llegar a casa cansada pero satisfecha, sabiendo que el día siguiente no tendrá nada que ver con lo que ha sido el anterior.

Muchas horas extra, muchos kilómetros y mucho estrés. Y es que, cuando parece que la mañana está tranquila y por un día vas a irte a comer a casa con tus amigas que, por cierto, están a punto de llegar, avisan de que un hombre se ha ahogado en Salobreña. Y hay que preparar el equipo, salir corriendo y a ellas dejarles las llaves de un piso que no han pisado nunca y decirles por teléfono dónde está todo. Hasta la noche.

Las preocupaciones laborales hacen que te olvides de las tuyas propias, de que tienes que devolver llamadas, arreglar alguna discusión, llenar un frigorífico vacío o incluso de tu cumpleaños...

Otro verano que, estando tan cerca, veo la playa sólo de pasada. Poquitos días de descanso, los suficientes... pero suficientes para echar de menos el sol, la arena y el sonido de las olas. Así que ¿cómo queréis que esté negra? Lo mío es moreno-curro. [Y no me quejo por todos los que lucen un tono biblioteca].

Después de este agosto de calor, lo más parecido a vacaciones ha sido medio fin de semana de chungo, una escapadilla a Madrid y unos cuantos días para preparar un examen que finalmente he suspendido... Pero ahora empieza un otoño cargado de proyectos. Un inicio de curso que esta vez comienza con ganas de sacarlo adelante y de buenos própositos que, seguro, serán algo más que eso. ¡Vamos, vamos!

A estas horas no suena nada más que el camión de la basura y el reloj, si pudiera, me mandaría a la cama a gritos, ¡que mañana madrugo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también -más tarde que Brenan- estuve en Granada. Reiteré las visitas y siempre me gustó más de forma distinta. Ahora mi presencia se prolonga con una hija que tengo allí, Claudia, además, qué coincidencia, con la que acaso en algún punto y en algún momento,hayas coincidido. Si la intuyes o crees intuirla, salúdala de mi parte con un movimiento de las cejas.