Acabo de leer que Fernando Fernán Gómez ha muerto y, sin embargo, me resisto a asumir que el verbo que acompaña a su nombre está en pasado. Se va... Corrijo. Se ha ido uno de los grandes. Ochenta y seis años han sido suficientes para dejar una huella que tardará mucho, mucho tiempo en borrarse [si es que lo hace]. Un hombre polifácetico: actor, director, escritor, guionista... Nadie discute que tras una barba en su día pelirroja y esos ojos claros se escondía un Artista con mayúscula. Y digo artista en el mejor sentido.
Irónico, idealista, temperamental... Era irremediablemente imprevisible. No lo conocía, pero le admiraba. Quizá eso es lo único que explica que, sin poder evitarlo, haya estado llorando. Llevo un rato intentando encontrar una película, un personaje, un libro o una frase. Algo. Pero es tan difícil... Me gusta imaginarlo como el Abuelo que nunca tuve, o mejor dicho, que nunca conocí.
El genio sale de escena y ahora toca bajar el telón. Estés donde estés... ¡Hasta siempre!
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